Según expertos de la Universidad de Chile y del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad Arturo Pratt, los militares están entrenados para la guerra, por lo que involucrarlos en la prevención y control interno puede incrementar el riesgo de violaciones a los derechos humanos y socavar el principio de uso proporcional de la fuerza; Recomendaron limitar la intervención de las fuerzas armadas en tareas relacionadas con el orden público y dar prioridad al fortalecimiento de la fuerza policial.
Tras el fin de la sangrienta dictadura de Augusto Pinochet en 1990, los gobiernos chilenos evitaron el uso de las fuerzas armadas, sin embargo, ambas administraciones de Sebastián Piñera han vuelto a esta práctica, recordando un informe que citaba como ejemplos el proyecto de la frontera norte en 2011 y el estallido social en 2019 que mató a miles de personas.
El gobierno de Gabriel Boric ordenó en febrero de este año el despliegue de tropas en Arica, Barinacota, Tarapacá y Antofagasta para controlar los asentamientos irregulares.
“De esta manera, esta práctica se ha intensificado en Chile, generando una política pública de seguridad”, señala el estudio.
“Las Fuerzas Armadas no están capacitadas para enfrentar conflictos de índole de orden interno, sino para ir a la guerra”, dijo Mireia Dávila, académica y autora del documento, cuya lógica es prevenir el surgimiento de grupos criminales y controlarlos, y para ello encomendar a la Policía la tarea de responder a los actuales desafíos de seguridad pública.
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