«Sol» de Argentina, que vive en Chile desde hace 10 años, no se sorprende por este hecho. Milton y Alberto de Santiago no tienen pieza. Pero eligen otras palabras para definirlo.
Chile no está listo para ser sede de los Juegos Panamericanos. Ni institucional ni «emocional». La cita más importante del juego continental transcurre sin mucha pena ni gloria en sus inicios.
Para los ciudadanos comunes y corrientes de la ciudad sede, el desarrollo del deporte en la capital de Chile no es relevante. Sin interés, sin clima. «Es malo», dice Milton. Su expresión, muy nativa, indica indiferencia.
«Aquí no les importa el juego como a nosotros», razona «Alma».
Alberto es santiagueño y ve otra explicación: “Chile está frustrado y harto de la mediocridad del juego. Después de la generación dorada del fútbol, el interés decayó. «En el último partido del equipo asistieron 17.000 personas».
El anunciante y comunicador audiovisual utiliza esta imagen para dejar claro su punto: si tan poca gente va al fútbol, ¿qué queda para los deportes menos conocidos en estos países?
«El problema es que tampoco hay cobertura por parte de los medios. En las últimas dos semanas empezamos a leer más en los periódicos, empezamos a verlos en la televisión… pero no crearon expectativas», dice Milton, que trabaja en un hotel de Providencia.
“Por nuestro trabajo estamos al tanto de los juegos porque viene más gente. Pero la verdad es que los Juegos Panamericanos no cambiaron en nada el ritmo de la ciudad”, explica.
Y saberlo todo. Al recorrer la capital no se puede dejar de notar que casi 7.000 deportistas de 41 países conviven estos días en Santiago; Un número que crece exponencialmente si se consideran funcionarios técnicos, familiares, turistas y representantes oficiales de países y empresas.
No hay vallas publicitarias en las calles, ni tiendas comerciales, ni actividades de promoción del símbolo Fiu. En la avenida Providencia, una de las principales arterias de la comuna del mismo nombre, rara vez se puede ver en las paradas de colectivos un cartel con gráficos de los juegos y la leona Agustina Albertorio como protagonista.
Para encontrar el cartel de Santiago 2023, debes dirigirte al corazón de la ciudad, la Plaza de Armas. Pero eso no se refleja en otras zonas de la ciudad ni en las proximidades de los parques infantiles.
Las estaciones de metro y las unidades de transporte se exponen en un subterráneo planificado «color» y de estética deportiva.
Sin clima ni entorno
Trabaja para «la misma» empresa. Es el periodista a cargo de dos estadios deportivos. A lo largo de su dilatada jornada ha estado plagada de la anarquía que reina en todo lo relacionado con el deporte.
Habiendo vivido ya una década en este lado de los Andes, admite: «No me sorprende. Son muy miopes y desorganizados en todo. Ya sabía que sería así».
Los organizadores de los juegos parecen abrumados. Por ejemplo, falta un botón: el sábado, la víspera del inicio oficial de los juegos, el director de transporte de la organización presentó su dimisión.
Viajar a diferentes estadios es difícil. No hay señales, ni información, ni voluntarios que muestren el camino, ni respuestas.
“En cuatro años de organización se perdieron dos y medio por la pandemia y el estallido social”, analiza Alberto, quien trabaja en la organización. Desde su lugar, hace lo que puede para ayudar. Sabía que las cosas no iban bien. Sólo queda apostar por la buena voluntad de quienes puedan hacer algo para aliviar este desastre. Y él hace su parte.
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