Propongo, querido lector, participar en una alegoría del sistema educativo como un barco –o flota– que promete llevar a las nuevas generaciones a un mundo de oportunidades. que ves Advierte que, como yo, por supuesto, estamos ante un barco que no cumple lo prometido. Nosotros, al igual que la banda del Titanic, somos testigos inamovibles de una aparente colisión con un iceberg que congela el futuro de los niños y niñas que convocamos a abordar el Atlántico.
Hubo un tiempo en que, a pesar de las dificultades, pudimos avanzar juntos. Gobernar es educar, ampliamos cobertura, brindamos alimentos, establecimos la jornada escolar completa, logramos becas escolares prioritarias, gestionamos nuevo personal docente; Mientras viajábamos, a veces comenzamos a quedar atrapados entre diferentes intereses y agendas; Cada grupo quiere imponer su camino y prioridades a través de semáforos, patines, sorteos y superposiciones blancas.
Vivimos con prisas por subsanar las tres principales brechas en las que nos encontramos hoy mediante el programa de revitalización de la educación encabezado por el Ministerio de Educación. El agua servirá. Primero, debemos asegurarnos de que las aulas no estén constantemente vacías, que logremos la asistencia y la reintegración de los estudiantes que han sido desconectados del sistema; En segundo lugar, para garantizar condiciones mínimas para el aprendizaje y la enseñanza básicos, después de décadas de énfasis en la calidad y la equidad, hemos fracasado en ambos aspectos; El tercero es curar la grave epidemia de salud mental que afecta a estudiantes y profesores y mantener una convivencia dañada y sin relaciones respetuosas a bordo de nuestro barco.
Pero además de tapar los agujeros, existe una necesidad urgente de enderezar este barco para responder a nuestra promesa a los casi 4 millones de niñas, niños y jóvenes que forman parte de este sistema educativo. Con una visión clara, reconozcamos que necesitamos coraje para afrontar la aventura de navegar en nuevos mares: hoy tenemos faros como la inteligencia artificial, la emergencia climática preocupa a tripulaciones enteras, el silencio se rompe, las pantallas moldean nuestra comprensión. La educación es inevitable en una sociedad global, compleja y en constante cambio. Debemos atrevernos a dejar de lado nuestras convicciones y explorar nuevas preguntas. Juntos debemos encontrar una manera de adaptarnos a los desafíos y oportunidades de los tiempos venideros.
Un barco sin marineros motivados y cualificados está condenado al fracaso. Contar con un equipo bien preparado, altamente motivado y dedicado es fundamental. Los académicos y marineros en este viaje educativo merecen un ambiente de trabajo adecuado para realizar su trabajo con excelencia y pasión. Y estas condiciones deberían ser un incentivo para atraer a los mejores talentos hacia la noble tarea de la alfabetización. Cuando se hace un buen trabajo, éste debe ser visible, reconocido y valorado.
Hoy, más que nunca, las oportunidades de aprendizaje están al alcance de todos. No hay nada fuera de nosotros que nos impida ser una fuerza educativa que haga que todos los niños y jóvenes sean accesibles a una educación de calidad que los prepare para los desafíos del siglo XXI. Tapar los agujeros, reestructurar el plan de estudios y incorporar al mejor equipo es una tarea ineludible que requiere nuestra atención.
Dado que las reformas (revoluciones) educativas han tardado décadas en gestarse, hacemos un llamado a un comienzo temprano restaurando los contratos y construyendo un futuro educativo visionario a largo plazo. Para avanzar en esta dirección, invitamos a autoridades, educadores, simpatizantes, innovadores, estudiantes y creadores de contenido a unirse a nosotros en el nuevo Encuentro 3xi (a) junto con 59 organizaciones que trabajan activamente en educación. Un sistema que propicia el encuentro entre diferentes campos de origen, sensibilidad y actividad se llama emergencia compartida.
Desatemos los nudos, mantengamos la fe como nuestra bandera y marchemos hacia un futuro educativo esperanzador. Haremos de la educación primaria y escolar una prioridad en todas nuestras políticas estatales. El destino de nuestra nación está en juego.
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