El presente estudio fue motivado por investigaciones anteriores, donde se observaron diferencias significativas en la supervivencia de los pacientes con CCR según el tipo de seguro médico (incluso cuando el diagnóstico y el tratamiento estaban garantizados por la ley), la complejidad del hospital y la ubicación geográfica.9. Entre las muchas razones que podrían explicar estas diferencias, una de las hipótesis más importantes es que los pacientes con CCR tienen diferencias significativas en la progresión de la enfermedad en el momento del diagnóstico, lo que depende de factores sociodemográficos.
Lamentablemente en Chile no existe un registro nacional de cáncer, por lo que no existe información suficiente sobre el estadio de los cánceres al momento del diagnóstico. Se realizó una encuesta de pacientes estratificados en grupos de interés para determinar si había diferencias significativas en el uso de pruebas de detección y diagnóstico de CCR que, de ser ciertas, afectarían el grado de progresión de la enfermedad en el momento del diagnóstico.
Como muestran los resultados, se observaron diferencias significativas entre los usuarios de los sistemas de salud públicos y privados, ya que el 83,7% y el 70,4% de los usuarios no se sometieron a pruebas de detección o diagnóstico de CCR, respectivamente. El modelo logístico indicó que un usuario de un sistema privado tenía 1,68 veces más probabilidades de ser examinado para detectar CCR que un usuario de un sistema público.
Descubrimos que los pacientes con una maestría tenían un 36% más de probabilidades y aquellos con educación obligatoria tenían un 23% menos de probabilidades de recibir pruebas de CRC en comparación con aquellos con una educación técnica superior. En Chile, el nivel socioeconómico de la población y su seguro de salud están directamente relacionados7, en ISAPRE el 90% de los NSE AB están asegurados (47% AB, C1a, C1b y C2) y menos del 1% de los de NSE E (8% C3, D y e). Así, se recuperaron los principales resultados de estudios internacionales.11 Se ha verificado que el nivel socioeconómico y el nivel educativo influyen en la propensión a realizar los exámenes CRC.
Obtuvimos resultados similares al considerar la muestra total, excluyendo a aquellos sometidos a prueba de CCR por síntomas. En esta versión del modelo, las personas que reportaron una salud excelente tenían un 36% más de probabilidades de someterse a pruebas de detección de CCR que aquellas que reportaron «buena salud». Además, las diferencias en la probabilidad de realizarse pruebas de detección del CCR aumentaron para quienes tenían seguro privado y educación de posgrado y disminuyeron para quienes se sometieron a su último examen médico hace tres años y quienes “no recordaban” cuándo se realizaron su último examen médico. Este hallazgo sugiere que las personas que cuidan su salud tienen más probabilidades de hacerse exámenes preventivos.
Además, entre el grupo de encuestados que se realizaron pruebas de detección, el 62% de los participantes de ISAPRE lo hizo por prevención personal o por consejo de su médico, como se muestra en la Figura 1, en comparación con solo el 50% de los participantes de FONASA. Esta diferencia podría proporcionar evidencia de que en el momento del diagnóstico de CCR, más usuarios del sistema general presentan una etapa más avanzada de cáncer, lo que afecta directamente las tasas de supervivencia.
No se encontraron diferencias significativas en los diferentes grupos de FONASA para la probabilidad de realizarse la prueba de detección de CCR, los motivos y barreras para realizarse estas pruebas. Estos resultados no permiten concluir que el diagnóstico de CCR entre los usuarios de FONASA de bajos ingresos (grupos A y B) fue diagnosticado más tarde que entre los usuarios de NSE alto (grupos C y D), debido a la falta de exámenes preventivos. Una de las hipótesis presentadas en9 Explicar las diferencias en la supervivencia por grupos de FONASA.
Se destacan los siguientes aspectos: (i) edad (más edad avanzada), peor salud, seguro médico privado y educación de posgrado, (ii) factores que motivan a los pacientes a buscar exámenes. Personas con seguro médico público y controles médicos menos frecuentes, y (iii) la falta de conocimiento es la barrera más notoria.
En Chile no existe información sobre el número de colonoscopias realizadas anualmente a nivel nacional. Sin embargo, estimamos que el 17,3% de la población mayor de 45 años tiene dicha práctica, cifra superior al 8,7%.15 Para el año 2009-2010.
En el proyecto PRENEC se diagnosticó CCR en el 0,84% de los pacientes12. Este número es similar a la proporción de personas que fueron excluidas de la encuesta debido a antecedentes de CCR (0,85%). De los 6.243.667 chilenos mayores de 45 años, aproximadamente 52.000 pueden tener CCR, muchos de los cuales permanecen sin diagnosticar.
Un porcentaje cada vez mayor de personas que se someten a una colonoscopia puede conducir a reducciones futuras en la incidencia y mortalidad del CCR. Sin embargo, la mayoría de las personas de los grupos destinatarios fueron excluidas de este proceso de selección arbitrario y desorganizado. En este sentido, el objetivo futuro debería ser introducir un programa de detección bien organizado a nivel nacional. En un programa de detección bien organizado, el número de procedimientos FIT debe exceder el número de colonoscopias porque se utiliza para seleccionar candidatos para colonoscopias. Sin embargo, es importante señalar que cualquier campaña o política de detección requeriría un aumento sustancial en el número de especialistas y centros para cubrir el aumento potencial de la demanda, de nuestra estimación actual de 136.034 procedimientos por año en un país con 63 colpracticólogos. y 509 gastroenterólogos registrados en sus respectivas sociedades (http://sociedadcoloproctologiachile.cl; http://sociedadgastro.cl)
A continuación, analizamos las principales limitaciones y fortalezas de nuestro estudio. Una limitación clave radica en los desafíos asociados con los métodos de recopilación de datos basados en encuestas, incluidos los autoinformes, los informes excesivos y las limitaciones del tamaño de la muestra, que pueden comprometer la confiabilidad de los hallazgos. Además, las clasificaciones de agrupación, particularmente en lo que respecta a los “síntomas”, plantean desafíos debido a la posible falta de especificidad de los síntomas y la ambigüedad entre las pruebas de diagnóstico y de detección. Además, el concepto mismo de prevención merece una aclaración, ya que puede conducir a un diagnóstico precoz en lugar de un cribado exclusivo del CCR, lo que requiere una clasificación cuidadosa. Además, la existencia de asociaciones dentro de las covariables añade complejidad a la interpretación de los datos. A pesar de las limitaciones, el estudio ofrece fortalezas significativas. Esto arroja luz sobre un territorio previamente inexplorado con respecto a las barreras y los facilitadores de la adopción de pruebas de detección del CCR en Chile y llena un vacío importante en la información disponible.
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